martes, 7 de febrero de 2012

Paradoja de Abilene

Una calurosa tarde en Coleman (Texas), una familia compuesta por un matrimonio y sus dos suegros se encontraba jugando cómodamente al dominó a la sombra de un porche. Entonces, el suegro propuso hacer un viaje a Abilene, ciudad situada a 80 Km., y la mujer dijo: «Me parece una gran idea» (pese a tener reservas, ya que el viaje sería caluroso y largo, temiendo que sus preferencias no comulgarían con las del resto del grupo). A su vez, su marido dijo: «A mí me parece bien, siempre que tu madre tenga ganas de ir». A lo que la suegra respondió: «¡Por supuesto que quiero ir. Hace mucho que no voy a Abilene!»


El viaje fue caluroso, polvoriento y largo; fueron a un restaurante y la comida fue mala; finalmente, volvieron agotados después de cuatro horas.
Uno de ellos, irónicamente, dijo: «¿Ha sido una excursión preciosa, verdad?» A lo que la suegra respondió que, de hecho, habría preferido quedarse en casa, pero decidió seguirlos sólo porque los otros tres estaban muy entusiasmados. A su vez, el marido dijo: «No me sorprende. Solo fui para satisfaceros a vosotros tres». Y la mujer dijo: «Únicamente fui para teneros contentos. Tendría que estar loca para querer salir con el calor que hace». Finalmente, el suegro confesó que lo había propuesto únicamente porque le pareció que los demás podrían estar aburridos. De este modo, el grupo se quedó perplejo por haber decidido en común hacer un viaje que nadie de ellos quería hacer. Cada cual habría preferido estar sentado cómodamente, pero ninguno lo confesó cuando todavía tenían tiempo para disfrutar de la tarde.
La paradoja de Abilene se da cuando un grupo de personas toma la decisión de hacer algo que es contrario a los deseos internos de cada uno de sus componentes. Esto se produce como máxima expresión de la falta de comunicación y por una errónea interpretación del concepto de empatía. Cada uno de los miembros del grupo piensa que, de alguna manera, su opinión no es digna u oportuna y que va a ir en contra de los intereses del grupo. Por lo tanto, las personas no dicen lo que realmente piensan sino lo que creen que los otros quieren oír, y como resultado, el grupo sufre en su conjunto.

Fue observada por el experto en administración Jerry B. Harvey en su libro The Abilene Paradox and other Meditations on Management.

El fenómeno es una forma de pensamiento de grupo. Se explica por teorías de conformidad de la psicología cognitiva social que sugieren que la especie humana suele sentirse desanimada para actuar en contra de la tendencia del resto del grupo. Del mismo modo, en psicología social se estudia qué motivos ocultos y señales indirectas yacen tras los actos y afirmaciones externos de la gente, frecuentemente porque existen determinados frenos sociales que impiden a los individuos expresar abiertamente sus sentimientos o seguir sus inclinaciones.

En resumen, la «paradoja de Abilene» postula que en situaciones críticas existe, en el pensamiento gregario, una tendencia a tomar decisiones poco satisfactorias.

Se puede expresar como la «falta de asertividad».

1 comentario:

  1. Es curioso muchas veces como actúa la naturaleza humana. El ejemplo es muy didáctico ya que la situación nos puede pasar tanto en el ámbito profesional como personal. Y de nuevo la solución es la comunicación. Es un aspecto que debemos de trabajar mucho para mejorarlo.

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